sábado, marzo 01, 2008

Mujeres y Teatro













por Marcela Vera O.

La historia del teatro en occidente se remonta a la antigua Grecia, cuando los actores eran solamente hombres, y no está claro si en esa época las mujeres asistían a ver las obras. Las experiencias femeninas en el arte dramático raramente aparecen en la historia del teatro, y cada generación de mujeres dentro de este arte ha tenido que reinventarse. Las restringidas normas de género, históricamente han excluido a las mujeres de tener roles activos en el arte dramático. En las obras de Sheakespeare por ejemplo, los papeles de mujeres originalmente eran actuados por niños adolescentes. En el Reino Unido, hasta el año 1660 todos los actores profesionales eran hombres. Fue en ese año que el rey permitió a las mujeres actuar sobre los escenarios, y era común que muchas hicieran papeles masculinos.

Así mismo, muchas dramaturgas no tuvieron el chance de dar a conocer sus obras, más allá de su círculo familiar. Aphra Behn (1640-1689) fue una de las exepciones, siendo considerada la primera mujer que vivió de sus obras dramáticas. Su primera obra se llama “Forced Marriage” (“Matrimonio forzado”), y escribió comedias en las que las heroínas generalmente eran prostitutas o cortesanas disfrazadas. Benn trató de expresar experimentalmente las posibilidades de la sexualidad femenina mezclando la ficción con la realidad, mostrando las posibilidades e imposibilidades para las mujeres de aquella época, de tratar de alcanzar el deseo sexual.

En España, en el año 1587, una nueva ley autorizó a las mujeres a incorporarse a las artes escénicas, al mismo tiempo que prohibió a los hombres hacer el papel de mujer y usar maquillaje. Hasta entonces, los papeles de mujeres habían sido actuados por hombres, ya que las actrices eran consideradas prostitutas. Durante la Edad de Oro (aprox. entre 1550 y 1700), tres tipos de teatro eran populares en España: actos sacramentales (religiosos), comedias nuevas (seculares), y zarzuelas (musicales). En el año 1600, por ley todas las actrices debían estar casadas y estar acompañadas de su marido o de su padre en el teatro. Un tiempo después también fueron regulados los tipos de bailes que podían efectuar sobre el escenario, al igual que el tipo de vestimenta. Los creadores de las comedias nuevas comenzaron a buscar mujeres que hicieran roles de hombres, sin embargo, una ley de 1653 dictaba que una actriz podía vestirse de hombre solamente desde la cintura para arriba.

Desde finales del siglo XIX las mujeres comenzaron a escribir obras con una representación de la mujer más real y más interesante que la tradicional, que la describía como leal, dócil, doméstica, víctima o villana. Comenzaron a representar la vida de las mujeres desde su propia realidad, ya que lo común había sido que los papeles femeninos fueran escritos casi únicamente por hombres, ajenos a su problemática y generalmente atádos a las convenciones y prejuicios de género. Comenzó a surgir el teatro feminista, al principio con compañías como la Actress Franchise League, de Inglaterra (en 1908), que defendía el derecho a voto de las mujeres. En 1921, Clemence Dane tuvo un gran éxito con su obra “A Bill of Divorcement”, sobre el derecho al divorcio. Las autoras de obras de teatro de la segunda mitad del siglo XIX contribuyeron al desarrollo de nuevas formas de arte dramático. Durante los años ´70, el surgimiento de una gran cantidad de dramaturgas, junto con el crecimiento de los movimientos de mujeres, llevó a la creación de muchas compañías de teatro feminista, y posteriormente, de las compañias de teatro de queer performance y teatro transgénero.

La inglesa Caryl Churchill exploró los temas de género y sexualidad. “Tom Vinagre” (Vinegar Tom, 1976), fue su primera obra, y se trata de la caza de brujas en el siglo XVII, y muestra cómo las autoridades usaban a las mujeres no-conformistas como chivos expiatorios en una época de crisis social. Una de sus obras más conocidas es “Top Girls” (de 1982), inspirada en conversaciones con feministas de los EEUU sobre el contraste entre el feminismo norteamericano, que celebra a las mujeres individualistas que logran tener poder y fortuna, y el feminismo socialista británico, que incluye el colectivo y la ganancia para el grupo. La obra se trata del dilema de las mujeres al combinar la carrera con la familia, de las políticas de Margareth Thatcher, y es una critíca a las mujeres que se convierten en patriarcas, abogando por el feminismo más socialista, que defiende a los más débiles y más desposeídos. La obra es famosa por su primera secuencia, en la que el personaje principal, Marlene, se encuentra con varias mujeres de la historia: el Papa Joan, Dull Gret, Lady Nijo, Patient Griselda, e Isabella Bird.

La austriaca Elfriede Jelinek (ganadora del premio Nobel de Literatura en el año 2004), también ha explorado en la sexualidad femenina, como en su abuso, y la guerra entre los sexos. Su obra de teatro “Enfermedad o Mujeres Modernas” (1984), es una mirada satírica y cruel de la falsedad y suceptibilidad en lo que se refiere a las relaciones de pareja. Se centra en un matrimonio y lo que ocurre en la dinámica de su relación cuando ocurren cambios. El cambio en este caso, se trata de cuando Camilla, una ama de casa, se convierte en vampira a través de su amiga Emily, después del nacimiento de su hija. Entonces abandona a su marido y las dos amigas establecen una relación lésbica.















Teatro feminista

La obra de teatro “La Casa de Muñecas”, del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, se considera ser “la primera obra de teatro feminista”. Después de 129 años (fue escrita en 1879), aún es una elocuente declaración de la necesidad de ser libre. En su personaje Nora, Ibsen describe la gloria de una mujer que finalmente se encuentra a sí misma, oponiendoes a todas las normas sociales. La obra termina con un dramático y famoso portazo: Nora sale a la esfera pública dejando atrás su casa de muñecas, su hogar y todos los valores tradicionales del matrimonio y la maternidad, hacia un incierto pero fascinante futuro para autorealizarse. Hedda Gabler (1890), es otra de las obas de Ibsen que describe la problemática de la mujer y su lucha en contra de las normas de la sociedad.

Años antes, en America Latina ya había habido mujeres que habían escrito obras de teatro sobre la situación de la mujer. Juana Inés de la Cruz (llamada “la primera feminista de America”), escribió sátiras sobre las costumbres que les daban roles “ornamentales” a las mujeres. Si bien no escribió obras feministas como su prosa, en sus obras de teatro se aprecia la importancia de la apariencia, pero sobretodo, la posición de Inés de la Cruz en contra de las frivolidades de su época. En su obra “Los Empeños de una casa” (1684?), la figura de Doña Leonor coincide con la suya: una mujer sabia e inteligente que encuentra la admiración de todos, pero no la felicidad. Tanto Doña Leonor como Sor Juana son admiradas por su belleza y conocimientos, pero esto en lugar de facilitar, complica su vida.

Gertrudis Gómez de Avellaneda (Cuba, 1814-1873) fue la primera mujer que triumfó en los círculos literarios de Madrid, y sin embargo, nunca fue aceptada como miembro de la Real Academia. Al igual que Sor Juana, Gómez de Avellaneda defendió el derecho que la mujer tiene de escoger su destino. Sus obras retratan mujeres que se atreven a desafiar las estructuras tradicionales del poder masculino, como por ejemplo en “La aventurera” (1853) y “La hija de las flores” (1852). Su obra maestra “Baltasar”, se menciona entre los clásicos del teatro hispanoaméricanos como uno de los mejores dramas sicológicos del siglo.
Un poco más tarde, Josefina Plá (Paraguay, 1903, 1999) escribió la obra “Fiesta en el río” (1954), que encaja dentro de la dramaturgia feminista. La protagonista, Cristina, se encuentra atrapada en una sltuación de injusticia y se rebela contra ella siguiendo su propio instinto. El drama “Momentos estelares de la mujer” (1949), es una ilustración de los incidentes más significativos en la vida de ocho mujeres ilustres: Frine, Cornelia, Santa Elena, Beatrice, Juana de Arco, Isabel la Católica, Juana Inés de la Cruz y Madame Curie. La conección que establece entre ellas es la del "eterno femenino".

Son muchas las dramaturgas latinoamericanas que han tomado el tema de la situación de la mujer en sus obras en el ultimo siglo, de las cuales se pueden dar algunos ejemplos, como Rosario Castellanos (1925-1974), que escribió “El eterno femenino”, una farsa en tres actos, que se puede categorizar dentro del “teatro lúdico”, que surgió en Latinoamerica en los años ´60. La acción de esta obra tiene lugar en un salón de belleza en el que Lupita, mujer promedio mexicana -y latinoamericana, por analogía- con todos los prejuicios y reacciones de la clase media, está haciéndose peinar para su boda el mismo dia. La dueña del salón coloca en la secadora un nuevo invento, un aparato eléctrico que induce al sueño y evita que las clientas "piensen." Sin que Lupita lo sepa, la dueña gradúa el aparato en "¿Qué me reserva el porvenir?" y Lupita comienza a soñar, en cuadros visibles al espectador. Cada cuadro lleva un título apropiado y es una parodia presentada en clichés verbales y teatrales, comenzando con su luna de miel, su embarazo hasta sus dias de solitaria vejez.

Otro ejemplo es Myrna Casas (nacida en 1934, Puerto Rico) quien escribió “Cristal roto en el tiempo”, en la que la autora le da la voz a "la conciencia" de una casa habitada por cuatro mujeres, y “La trampa”, en la que los personajes femeninos se rebelan contra las instituciones sociales que las han esclavizado por siglos.

Monólogos de la vagina

Las mujeres han usado el arte dramático para explorar sus emociones, anciedades e historias detrás de los conflictos del mundo. Tambien para explorar los temas que se tratan sobre sus cuerpos y su sexualidad. Un buen ejemplo es la obra de Eve Ensler, “Monólogos de la Vagina”, que escribió en 1996 después de entrevistar a 200 mujeres sobre sus opiniones en relación al sexo, las relaciones, y la violencia contra la mujer. Desde entonces, se han hecho varias versiones, y cada año se le agrega un monólogo para resaltar algún tema actual que afecta a las mujeres en el mundo, siendo esta obra presentada por mujeres en distintos lugares del planeta. Los “Monólogos de la Vagina” son varios monólogos leídos por varias mujeres. Cada uno tiene alguna relación con la vagina, ya sea a través del sexo, el amor, la violencia, la menstruación, la mutilación, la masturbación, el parto, el orgasmo, la variedad de nombres dados a la vagina, o simplemente a través del aspecto físico del cuerpo femenino. Un tema recurrente en la obra es la vagina como una herramienta de empoderamiento, y la encarnación de la individualidad.

Si bien el teatro sigue siendo un espacio dominado por los hombres y las actrices siguen teniendo un salario menor que ellos, las mujeres han ido ganando espacio paulatinamente, es especial en las últimas décadas. De los 78 premios Pulitzer de arte dramático otorgados desde 1901, solamente ocho han sido ganados por mujeres. Sin embargo, el aumento de dramaturgas, actrices, directoras, diseñadoras, productoras y académicas, han contribuido al desarrollo de nuevas formas de arte dramático, ha incluído nuevos temas de la problemática social, ha incuído las voces de las mujeres al margen de los estereotipos, las marginadas, las rebeldes, las lesbianas, las negras, las indígenas (etc.), ha conmemorado a las mujeres olvidadas a través de la historia, y ha creado espacios para futuras generaciones.



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